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  • Foto del escritorJuliana Galvan

CONMIGO

Escribo 'casi' en tercera persona un relato del día que decidí escribir(les).


*no tengo referencia de quien escribió el texto de ésta imagen, si alguien lo sabe me dice y lo agrego.

Estuvo dando vueltas para escribir durante 6 años. Escribió cientos de borradores en papel y lapiz. Los cuidó, conservó y amó, pues no tanto para convertirlos en una historia con su introducción, nudo y desenlace. Miles de horas dándole vueltas al asunto sobre si sería capaz: " Mejor hago un podcast", "Nunca estudie literatura", "¿A quién le va a interesar lo que escribo?". Así fue como perdió la oportunidad de tan solo sentarse a escribir. Limitó su escritura a su tranquilidad y su descargo. ¿Cuándo sería el momento adecuado para compartirlo? Sentir que no es el momento, no dar lugar a que lo sea. Suena a una historia repetida, suena a no merecimiento. Hacer más pensar menos.

Un día llegó a su casa, después de comer un cuarto de helado con su ultimo y mejor amor. Hizo un mate y pensó, como tantas otras veces: debería escribir. Pasó una hora evadiendo la oportunidad. Miró redes sociales y envió mensajes a cuanto amigo o familiar tenia medio olvidado. En un momento la señal de Wi-fi se perdió y como si fuera poca señal abrió su portátil y simplemente empezó a escribir. "Es situación cotidiana para una mujer, de cualquier edad y clase social, no sentirse capaz de hacer. Nos condiciona tener que 'ser la mejor', no importa el rubro en que nos encontremos. Ya sea en el ámbito laboral, institucional o educativo. Cuando caminamos por la calle, inclusive dentro de nuestros hogares. Esa imposición social que nos condiciona. Ser mas prolija, mas educada, correcta, asertiva, y miles mas." - escribió casi sin pensar, como primeras líneas.

Pensó por un momento. Escribía sobre la misma presión que sintió el día que decidió dejarlo todo para irse de viaje al norte sola. Sin rumbo fijo, sin demasiado dinero. Ella y su mochila, su gran compañera. Claramente con 22 años no sabia bien que estaba haciendo pero aquí el meollo del asunto: la desconfianza. La misma jugo un papel primordial los primeros meses. Sin esta no hubiese estado tan atenta y precavida en cada lugar que decidía visitar. Comenzaba a cuestionarse.

Muchos de sus amigos y familiares habían hecho algún comentario sobre su decisión.

- "¡¿Sola?!" - preguntaban

- Si, sola... por decisión. - respondió a sus adentros aunque en la realidad su respuesta era un tímido "si".

Eso causaba conmoción y pudieron transmitirle sus miedos. ¿A qué temían? Soledad. Miedo a estar solos. Hasta ese momento nunca había hecho absolutamente nada sin la compañía de un otre. Eso la hizo sentir muchas veces incapaz, inútil, inservible.

"No niego que es una suerte tener a alguien que te ayude y acompañe pero... ¿Qué clase de compañía puede ser dada sin haber estado lo suficiente en soledad?" soltó en el papel a continuación. La respuesta a esta pregunta la obtuvo muchos meses después de haber migrado de su ciudad natal.

"Encuentro una relación entre la desconfianza que nos provoca la presión social de ser perfectas y el miedo estar solas. Para alcanzar el éxito que nos proponen debemos ser las mejores en el rubro que elijamos o depender de alguien más." dibujando un punto al final, que no se define entre 'punto final', 'punto seguido' o 'punto aparte'.

Tomó una decisión ese día. Se demostraría que no está sola si se tiene a si misma y que si sus inseguridades la asechan les escribiría para espantarlas. Compartirles sus experiencias es un deseo de Libertad.



 

¡No dudes en escribirme un comentario sobre este relato! Gracias por leerme. ¡Hasta luego!

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