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  • Foto del escritorJuliana Galvan

Un padre no debería hacerse cargo de sus hijos

En el Día Internacional de la Mujer Trabajadora mi aporte a nuestro colectivo es hacer lo que más me gusta. Escribir mientras vivo la vida que elegí.

"Cada vez que una mujer se defiende, sin saberlo, sin reclamarlo, defiende a todas las mujeres", Maya Angelou.


Tengo un apartado llamado "inspiraciones", se me dio por revisarlo. Encontré una frase de Erich Fromm: "el deber es sumisión". Luego, las historias de tres mujeres que he escuchado en TEDtalks.

Elif Shafak es una escritora turca que en su charla nos ilumina sobre el poder de pensar diferente. Habla sobre la diversidad. Nos invita a no tener miedo a expresar nuestras historias personales. Contar el sentir que nos provocaron. Luego leo lo que me dejó Srishti Bakshi; quien recorrió toda la india, caminando sola. Lo hizo porque veía que era un lugar inseguro para las mujeres. Las empodero. Les enseñó a defenderse. Se unió con otra mujer que hacía el mismo camino en moto. Crearon una red de contención femenina. Para enseñar independencia. "Si puedes mantenerte en movimiento, puedes volar", dijo. Por último, una frase de Maya Angelou reza: "You alone are enough. You have nothing to prove to anybody." (Eres suficiente, no tienes nada que demostrarle a nadie.)


Admiro a estas mujeres. Todas han tenido la fuerza para enfrentarse a este mundo a fin de dejar un mensaje que nos sea útil. Aunque nos cueste admitirlo somos un grupo vulnerable dentro de la sociedad. No lo digo con intención de victimizarnos o creernos que por eso no podemos lograr nuestros objetivos y sueños. Soy la primera en vivir una vida que elegí sin importar "lo que me estaba destinado". Ser conscientes del rol que nos impone la sociedad (y como eso nos oprime) nos da la consciencia necesaria para luchar para revertirlo. Las mujeres antes citadas han logrado dejar estos mensajes en épocas, países y contextos mucho más conservadores. Nosotras podemos hacer, con nuestros recursos de hoy en día, algo inmenso, infinito. Sin embargo, no necesitamos ser célebres escritoras o caminar a pie el país más machista de la humanidad. Encuentro inspiración en las mujeres de mi día a día. Han sido las mujeres de mi vida las que me apoyaron a cumplir mis metas. Han sido mujeres quienes con profundo amor han acompañado el sanar de mis heridas. Son las que al día de hoy sostienen mi cabeza. Entendí que no hay lugar más seguro que cuando estamos juntas, aún a la distancia. Comprendí, con todo lo logrado tanto individual como colectivamente, que unidas somos más fuertes.


Hoy empecé el día con mensajes de "feliz día" que no sentí rechazar (no todos). Me comencé a cuestionar quienes eran las personas atrás de esos mensajes. Entonces escribí en una historia lo siguiente:

"¿Feliz día si o feliz día no? Depende. Si vas a HACER que sea un feliz día, entonces sí. Si no, no. Si vas a hacerte cargo de tu paternidad y responsable de los cuidados paternales y domésticos. Feliz día. Si solo te ocupas de preparar el desayuno en este día y el resto esclavizas a tu compañera para que cuide a tus hijos. Ni lo digas. Si hablas con tus amigos sobre la desigualdad salarial, la falta de mujeres en puestos jerárquicos y la violencia estética a la hora de contratar. Feliz día. Si cada vez que ascienden a una mujer o la incorporan en un puesto jerárquico pensas que no lo merece o lo consiguió por cómo se viste. Ni lo digas. Si te ocupas de alzar la voz cuando una mujer es violentada, drogada, abusada, violada y maltratada. Feliz día. Si ves como los pibes empastillan a las pibas para llevárselas del bar y miras para otro lado. Ni lo digas."

Me han respondido varios hombres esta historia. "Feliz día", otra vez. Solo a los que conozco o he intercambiado sobre feminismo pude responder con un simple "gracias". Con el resto me propuse contestar "gracias" seguido de una indagación:

¿Cuántas mujeres hay en tu empleo?

¿Cómo se dividen las tareas domésticas en tu casa?

¿Cómo les va a los chicos en el colegio?

¿Haces dormir a tu bebé?

¿Cuántas veces por semana salís con tus amigos? ¿Con quién se quedan tus hijos?

¿Cuál es la mejor forma de limpiar el horno? ¿Y los pisos?

¿Hablas con tus amigos cuando violan a una chica? ¿Se cuestionan?

¿Sos amigo de alguien que violenta a su compañera?

Y podría seguir una eternidad...

De las respuestas se desprenden varias cosas a analizar. Sin embargo, prefiero solo plantar dudas.

Algo que no puedo dejar de mencionar es la hipocresía. Hace poco les dieron prisión perpetua a las cuidadoras de Lucio. Todo Argentina conmocionado. Lo mató su mamá. Luego de una brutal paliza. Luego de años de tortura. Poquitos. Porque era tan solo un bebé. Me duele. Me lastima. Quizás no sea el mejor momento para hablar de responsabilidad parental. Sin embargo, pienso: ¿cuándo es el mejor momento? Parece un tabú. Quizás por eso elijo este día de visibilización para hacerlo. Porque el mejor momento nunca llega, brota de mí. Algo que se trae a discusión después de la muerte de un niño. Es lamentable. También es una oportunidad de replantearnos algunas cosas. No me malinterpreten. No es una cuestión de género. Solo una oportunidad. Tanto como ustedes yo deseo que las responsables de la muerte de Lucio paguen por lo que hicieron. Con la misma fuerza deseo que nos replanteemos cuánta responsabilidad tenemos cada uno de nosotros. Si, todos. Quienes hacemos la vista gorda a la desigualdad. Quienes nos indignamos ante la muerte de un niño, pero no ante el abandono. Esto es casi lo mismo. Lo imprescindible para crecer fuerte no es solo comer. Los niños necesitan un refugio, contención, un lugar seguro. Un lugar de amor.

En Argentina el número de padres que deben la cuota alimenticia a sus hijos es horrorizante. La cantidad de hombres que falsifican sus recibos de sueldo, piden cobrar en negro y/o no declaran lo que ganan es impactante. Tantos otros, ni siquiera los ven los días acordados por la justicia. La idea de que la mujer es la única responsable del cuidado de sus hijos trae consecuencias de muerte. A veces, tan palpables como la de un niño, otras la muerte misma de la mujer. Una de las peores: la muerte en vida. Se que suena duro porque romantizamos la maternidad durante décadas. La realidad es que cuando dicen "un bebé te cambia la vida", es literal eso. Tu vida anterior se muere, vos renaces o te quedas hecha cenizas. Lo que me cuestiono es cuánto vive un ser humano que dispone todo su tiempo para alguien más. La indivisión de las responsabilidades parentales oprime a la mujer que cuida sola a sus hijos. No digo solamente en casos en que los hombres simplemente "se borran", también los que permanecen a su lado mirando hacia otro lado. ¡O peor! Quienes exigen ser maternados y cuidados. Escuché a más de una mujer decir: "es mejor que se vayan, un niño menos que cuidar". No estuve en ese lugar, no puedo decir exactamente que se siente. Sin embargo, puedo imaginarlo. Sentir que tu tiempo nunca es suficiente. La vida se pasa entre pañales, mamaderas, productos de limpieza... No tenés un momento para relajarte con tus amigas porque sos la única que sabe y puede cuidar a tus hijos. Aunque no los tuviste sola. Aunque vos también tuviste que aprender a cuidarlos. Te frustra no lograr cumplir tus objetivos monetarios ni profesionales. Te pesan los hombros, la espalda, las tetas. Tus ojeras se pronuncian cada vez más mientras tu cuerpo cambia inevitablemente por tanto estrés. Yo no soy madre, yo no vivo esa vida. Puedo sentirla. ¿Por qué no pueden hacerlo los progenitores? No me van a decir que les falta imaginación porque muchos siguen persiguiendo sus objetivos sin ningún problema. De una forma muy poco creativa: delegando el cuidado de sus hijos a otra persona.

Aunque parezca una guerra no lo es. Muchos hombres ni siquiera son conscientes de sus privilegios. Muchos no tuvieron que mantener ni cuidar a sus hijos durante años y, sin embargo, no han sabido que hacer con el tiempo. Lo han desperdiciado por no entender su sentir.


El patriarcado nos oprime a todos. Vuelve máquinas reproductoras a las mujeres y máquinas de producir a los hombres. Es por esto que debemos cuestionarnos. Todos. Tampoco es justo que los hombres se pierdan de la crianza de sus hijos. Porque les dijeron que no tenían la sensibilidad para cuidarlos y amarlos. Porque no son capaces de expresar su sentir. Sin embargo, las mujeres al cuidado del hogar y la familia significan la perdida de oportunidades de la mujer. Oportunidad de independencia, de goce, de disfrute, de aprendizaje y tantas otras cosas. Si pudieran tan solo ponerse en el lugar que esta sociedad nos otorga entenderían que ni ellos ni nosotras podemos solos con la responsabilidad de ser padres.


La violencia es el patrimonio otorgado por la sociedad a los hombres. Uno de los motivos por los que las mujeres prefieren hacerse cargo solas de sus hijos. Otra vez, separadas de su pareja o no. En el primer caso he escuchado a una mujer decir: "no quiero que lo vea, no lo conozco, me da miedo lo que pueda hacerle a mi hijo". Respuesta ante mi ofrecimiento para iniciar demanda legal de responsabilidad parental. Nadie quiere obligar a nadie a tener compasión por sus propios hijos. De hecho, es una típica respuesta de los jueces a las mujeres en los juzgados: "no podemos obligarlo a que lo quiera". Con esa crudeza entendemos que la insensibilidad que le metió a golpes esta cultura machista a los hombres nos termina de matar. En el segundo caso, la violencia se representa en la decisión de poner el deseo del hombre sobre el de la mujer. Las prioridades de la casa las marca el hombre. El trabajo y los estudios del hombre son más importantes, por eso la mujer cuida a los hijos y mantiene el hogar. Esta creencia destruye la autoestima de la compañera que no hace más que aceptar su rol, sin demanda. Muchas mujeres dicen de su propia boca que lo prefieren así. Un poco más de lo expresado antes. Una violencia silenciosa pero igual de destructiva. Un mirar para otro lado. Egoísmo.


La mayoría de las mujeres piensan mil veces antes de procrear. Aunque su deseo realmente sea ser madres. No conocen las creencias de sus parejas en cuanto a la paternidad hasta que tienen un hijo. Se arriesgan a perder. Perder su libertad financiera, su trabajo, sus estudios, su tiempo con amigas, su ocio. Saben que esa posibilidad, aunque no sea segura, es suficiente para hacer marcha atrás. Dejar de lado el deseo propio. Eso que tanto nos enseñaron. Priorizar a los demás sobre nosotras, tomar decisiones pensando en un otro. Agradar. Nos impusieron tanto como "debemos" vivir nuestra vida que ni siquiera somos capaces de saber lo que realmente queremos. Retomando a Fromm, el deber es sumisión. Ese es el rol de la mujer otorgado por la sociedad. Tantos "debería" nos someten. Debería verme de determinada forma (inserte aquí concepciones hegemónicas). Por ende, gasto gran parte de mi salario en estética. A fin de satisfacer la mirada ajena que me impuso ese deber y a costa de mi empobrecimiento. Debería ser más inteligente para opinar. Me preparo académicamente, profesionalmente, me instruyo y no me dan el puesto que merezco solo por ser mujer. Entre tantos otros "debería" nunca somos suficiente. Esto es lo aprendido. Esto es lo que necesitamos cambiar. Entender que somos suficiente por el simple hecho de ser, de existir. "You have nothing to prove to anybody." Basta de buscar la aprobación de la mirada ajena. Hagamos escuchar nuestras voces con lo que tengan que decir. Yo misma me cuestioné años si publicar o no lo que escribo, por no ser "escritora", o no tener "estudios suficientes" en literatura. Soy lo que quiera ser. Escribo y por eso soy escritora. No me interesa lo que otro opine de mí. Soy mi propia inspiración, mi propia guía.


La compasión y el amor con que las mujeres sabemos tratar a los demás nos puede salvar.

A nosotras mismas, también a una sociedad enferma de violencia. El mundo sería un lugar mejor si fuera gobernado por mujeres que hayan desarrollado estas habilidades. Aunque el machismo está metido dentro de las mujeres tanto como de los hombres, somos capaces de revertirlo. Revertirlo con convicción de que este mundo sin amor y compasión no va hacia ningún lugar. El poder de pesar diferente, con las heridas de nuestras historias personales, nos da la pauta para el cambio. Lo que no queremos que le suceda a nadie más. El cambio de paradigma es feminista y es por esto que nos siguen oprimiendo. Los que desean conservar su poder a costa de nuestro sufrimiento e infelicidad nos enfrentan. Hombres contra mujeres. Como si eso fuera posible. Mujeres contra mujeres y hombres contra hombres, contra niños, contra ancianos, contra todos. Porque en un mundo violento no hay quien se salve. Sanar esas heridas, reivindicando a los grupos vulnerables de esta sociedad es remendar un mundo entero. Es la única esperanza de que la humanidad sobreviva. Encontrándonos en la diversidad.


"El amor y la compasión son necesidades, no lujos." Dalai Lama.


 

Gracias por leerme. Gracias por ser parte de la lucha por nuestros derechos. Gracias por ser. ¡Hasta la próxima!


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