top of page
  • Foto del escritorJuliana Galvan

CALIFORNIA

Un escrito que busca expresar aprendizajes reveladores de uno de los momentos más introspectivos de mi vida.


Carta número tres del mazo parte del "Guide book" Earth warriors oracle, Alana Fairchild.

Escribo mientras estoy en una suite del Hill House Hotel. Se ve igual de tenebroso que su nombre. Muchas habitaciones. Por fuera es el típico diseño americano. Por dentro te retrotrae a los años 20'. Empapelados y alfombras de flores. Colores rojizos y verde oscuro, muebles antiguos y espejos redondos. Por la ventana veo el mar. No pagamos por esta habitación. Pagamos por la más económica. Le preguntamos a la dueña si había alguna con vista al mar por el mismo precio. Pecamos de ingenuas. Conversamos un rato. Nos dijo que amaba ver dos amigas jóvenes viajando. Nos invitó a levantarnos y ver el mar por la mañana al abrir el ventanal de la suite. No se hace cuanto que no escribo. Quizás un mes. Estaba deseando hacerlo. Es difícil encontrar un espacio de privacidad en esta vida. Hoy es perfecto.

Lo que me trajo hasta aca fue la suerte. Son los primeros días desde que llegue a los Estados Unidos que no tengo trabajo. Estoy bajando del estado de Oregon a California (Petaluma) por una propuesta laboral. Necesitaba tomarme unos dias. Fue un revoleo de emociones cada semana aquí. Conocí personas y lugares hermosos. Volví a conectar con mi intuición. Recordé que nunca falla.


Volvamos al principio. North San Juan, California. Todo parecía indicar que nos quedaríamos recortando marihuana en lo alto de la montaña. Dormiría en mi carpa dentro de un invernadero. Conviviría con la nieve. Me emocionaba de pensar en lo extremo. Me gusta ver hasta donde mi cuerpo es capaz de aguantar. Sobrepasar mis propios límites es conocerme cada vez más (y mejor).

Una tormenta de nieve nos obligó a irnos de la propiedad. De no ser así quedarían los autos bajo nieve, atrapados por quien sabe cuanto tiempo. Autos que para la mayoría significan un hogar. Los 'farmers' (mis empleadores) subalquilaron otra propiedad unos 15' camino abajo. Al llegar le pregunté Hillary, la mujer que vivía allí con sus dos hijos, dónde podía poner mi carpa. Buscaba un lugar seco entre la nieve. Me comentó que podría dormir en la ambulancia. La misma estaba ambientada para vivir. Una cama trasversal donde entraba mi metro setenta sin un centímetro de sobra. Un anafe sobre un bajo mesada y una alacena. Algunos cajones para guardar cosas. La primera noche fue rara. No pensé en que probablemente en una ambulancia podía haber muerto gente. Eso lo hice días después. La primera noche salí a ver el cielo. Enormes pinos me rodeaban. Las estrellas iluminaban el cielo. Pensé en lo recóndito del lugar donde estaba. Pensé en mi soledad. En no saber si alguien entraría a la ambulancia a mitad de la noche con malas intenciones. Me costó dormirme después de eso. Levantarme sana y salva al otro día me dejo dormir los días siguientes. Sin embargo, esa sensación de profunda soledad continuaba.

En el vaivén de cambiar de granja los días pasan y la comunicación con tus seres queridos se vuelve casi imposible. Vivís resolviendo cosas básicas todo el tiempo, como donde dormir. Además, los datos móviles no funcionan en la montaña. Las veces que te acercas a la ciudad es para comprar comida y lavar ropa. Bajás los días del food bank. Estos 'bancos de comida' son el exceso de producción alimenticia de Estados Unidos. No puede ser de otra manera en un mundo que produce mucho más alimento del que llega a vender. Aún sin alimentar a todas las personas. Acá lo que sobra lo regalan. En mi imaginación solo homeless irían a buscar donaciones de comida. La primera vez que fui descubrí camionetas de alta gama en la misma fila de autos de los 90. La cantidad de comida que te dan es sorprendente. Además de muchos enlatados también hay quesos, carnes, frutas y verduras. Es una compra de unos cien dólares en el supermercado que podés ir a buscar una vez por semana. Nos ha salvado muchas comidas. Igual comprábamos más. Este lugar te incita a consumir. Llegué con una mochila de cincuenta litros, liviana. Hoy está al tope. Igual que una valija que compre en un Good Will. Esto último es una tienda second hand. Pagué una valija de 80usd, usada, tan solo 14usd. Me alegra que se 'recicle' la ropa, por lo contaminante de su producción. Sin embargo, no puedo dejar de pensar en el hiperconsumo. Había visto muebles, electrodomésticos, utensilios de cocina y demás cosas tiradas en el suelo de la granja de Mike (el tipo que pagó la limpieza más cara de su vida). Había tantas cosas acumuladas que creo que ni siquiera él sabía lo que tenía. La mayoría de los estadounidenses consumen de esta manera. Tienen sus casas abarrotadas de cosas que no usan. También se los siente vacíos.

En el Airbnb que nos subalquilaban trimmeabamos. Éramos siete en un antiguo trailer. Any y Red, americanos. Giuli, Tomi, Agus y yo, argentinos. La mexicana que nos había llevado hasta allí, Vicky. Si, en condiciones de asilamiento. Sin embargo, como a Giuli le gusta decir, las risas no faltaron. Estuve en ese lugar quince días. No quería irme. Me había acostumbrado a la calidez de mi propio espacio en la ambulancia. La decoré con lucecitas, le di mi amor y energía. Tenía la posibilidad de calentar el agua del mate por la mañana. Uno es feliz con tan poco.

El negocio de la marihuana decalló estos ultimos años. Sin embargo, para muchos latinos sigue siendo mejor que trabajar en nuestros países de origen. Los farmers guardan su mota para venderla a un mejor precio luego de las fiestas. Por eso nos quedamos sin trabajo. Los mismos farmers nos propusieron trabajar en Oregon. Donde otro socio tenía algo de marihuana para cortar. Fuimos solamente Giuli, Vicky, Agus y yo. Fue un planazo la ruta y los mates. Estuvo hermoso parar en el monte Shasta. Nos esperaba una fogata con cantores. Dicen que es el chacra corazon de la tierra. Un punto energético muy poderoso. Acaricié el fuego y agradecí.

Estuvimos en la granja de Dereck, el socio, exactamente 8 días. Fue una decepción ver la grandeza del alter ego de Vicky disminuida a la depresión. Fueron días de mucha incertidumbre. Es complejo conseguir trabajo para uno solo aquí, mucho más para cuatro personas. También hay cierto recelo con los contactos. Hace algunos años, quizás, tenía algún sentido. Los trimmers podían ganar hasta mil dólares al día, si eran rápidos y conocían todos los 'truquitos' del oficio. Hoy eso no existe más. Si llegas a la mitad tenés mucha experiencia y cortas muy mal la mota. La mayoría nos sentimos afortunados de ganar ciento ochenta dólares, en los mejores días. Quizás suena a mucho pero aquí todo es muy caro. No lo hay que convertir a plata latina, no tiene sentido. Es por esto que ya no encuentro otra forma de describir esta idea de guardar los contactos con otra palabra que no sea egoísmo. Los trimmers están cada vez más en situación de vulnerabilidad. Conseguir buena mota para cortar es casi un imposible. Muchas granjas cerraron. Muchas otras ofrecen condiciones de vivienda inhumanas. Ser consiente de esto y no ayudarnos entre nosotros es despreciable.

Las historias que cuentan son verdad. Farmers que no pagan. Personas trabajando amenazadas por armas de fuego. Desaparecidos. Lo sabía de ante mano. Demás está decir que tomé ciertas precauciones al venir sola a los Estados Unidos a hacer este trabajo. También fue la suerte que me suele acompañar, guiada por mi energía. La misma me acerca a personas del bien. El universo me enseña. Me acerca a personajes nefastos que me hacen replantear mi propia forma de existir. Todo es aprendizaje.


Recordar Oregón no es de lo más agradable. Hemos llegado a puntos de tensión bastante difíciles en la convivencia. En este oficio cortar una mota mala te desanima. El farmer intentaba motivarnos con la mentira de que pagaría cien dólares cada pound. Mentira que se cayó apenas dejamos el lugar. Es al día de hoy que no nos paga lo acordado. Unos supuestos negocios que Vicky sigue manteniendo con él nos mantienen a la espera. Es normal que pasen meses y que no te paguen, según dicen. "Pero pagará", menos de lo acordado y con una demora insoportable. Ya veremos.


Basta para mi basta para todos. En la localidad de Mendocino decidí no trimmear más. Cuidado con lo que deseas. En la suite del Hill House Hotel Giuli prepara el desayuno mientras mira el partido de argentina. La observo. Pienso en mi fortuna de conocerla. Su alegría, su compañerismo y su empatía. No estaría acá si ella no estaría a mi lado. Sin embargo, algo en su inseguridad me hace pensar que no es totalmente honesta al hablarme. Siempre parece ocultar algo. No por maldad. Estimo que inclusive ella no está segura de lo que piensa.

Nos separamos después de comer sushi y pancakes en Arcata. Agus y Vicky consiguieron una granja cerca de allí. Yo me estoy yendo a trabajar con el Dr. Harry a Petaluma. No tengo idea que va a hacer Giuli. Nos tomamos unos días de vacaciones. Ella obligados, yo elegidos.

Me entusiasma saber como sigue esta aventura. Trabajar en casa del mismo médico que me recibió cuándo apenas llegué a este país. Vivir con su familia. Aprender cosas nuevas.

Estoy cerca de cumplir el objetivo de dinero que me acerca a la working holidays Nueva Zelanda. Sin embargo siento que me queda mucho por aprender aquí. Estados Unidos me sorprendió gratamente. Tiene grandes areas protegidas de bosques. Mucha naturaleza y caminos hermosos. Espero que convivir con gringos también me sorprenda para bien.


Dejamos el hotel. Giuli me dejó en Petaluma.

Escribo desde la comodidad de una casa hermosa. Transcribo el papel que tuve en mis manos durante toda la mañana. No es novedad que solo escribo en papel cuando algo me genera emociones que preciso procesar a la velocidad de mi pulso. Aquí va.

Un año a punto de terminar. La selección argentina acaba de salir campeón de la copa mundial de futbol. Nunca tuve tantas ganas de estar en casa. Es inevitable para mi pensar en cuanto quería irme de casa. Siempre digo que me quiero ir lo más rápido posible porque si no corro el riesgo de no irme más. Imagino a mis familiares y amigos festejando. La sonrisa de cada uno de ellos viene a mi mente, una tras otra. Me pregunto que estaría haciendo si estaría ahí. No es tan dificil de imaginar. Hubiesemos organizado una juntada, posiblemente con las pibas. Tomaríamos fernet y nos fumariamos un porrito, quizás dos. Muchas risas y mucha alegría. Sin embargo, estoy acá. No me siento infeliz. No me siento nerviosa. Me siento sola. Vivo con un médico que está muy ocupad o. Ahora entiendo lo que sienten los niños ricos. Esos que terminan consumiendo drogas y lastimando gente. Esos a los que los padres no les prestaron demasiada atención. Bueno la comparación es un poco rara. Vivo con mi jefe no con mi padre. Hace rato no vivo con mi padre, por suerte. Hoy lo llamé y me di cuenta lo distintos que somos. Sin embargo, también pensé en que probablemente, si estaría en casa, iría a la noche a verlo. Me dijo que estaba haciendo empanadas. Las mejores del mundo. Un gol de Messi.

Me gusta estar sola. Cuando no tengo mis espacios me pongo irritable. No es por ahí. Debe ser este momento del año. Aunque con mi hermana hablamos de esto hace unos días. Ella va a pasar las fiestas solo con su novio, en un camping. Dice que es difícil, los dos con padres separados, organizar algo. Le dije que tampoco nos inculcaron tanto el tema de las fiestas de fin de año en familia. Mi viejo siempre terminaba en pedo, gritando 'viva Perón'. Mamá, al igual que sus padres, brindaba y se iba a dormir. Sin embargo, siempre era un planazo después a medianoche. Nos juntábamos con nuestros amigos en la pileta. Tomábamos vino adentro de un melón. A veces pintaba jodita. En general no. Es una paja salir a bailar en navidad.

A veces pienso en las cosas que 'me pierdo' estando lejos. Los momentos más que nada. Es saber que estarían haciendo cada uno de los míos. Eso mismo que allá me parece rutinario y aburrido acá lo extraño. Ir al barcito el finde. Juntadita a hablar del laburo y los novios. Porrito con flor en la pelu. Unos matecitos en el parque de la tana. No sé, a veces ni yo me entiendo. A veces lo simple me resulta aterrador y otras veces un sueño.

No sé dónde se van los momentos que no vivo con la gente que amo. Supongo que al mismo lugar donde están los momentos que disfruto conmigo misma. Me gusta pensar que la calidad es más importante que la cantidad. Es que claro, cuando vivís algunos años lejos de casa al volver todo es alegría. Color de rosa. Hasta que se marchita. Cada uno sigue con su vida después de una visita. Tampoco es que quiero que paren el mundo. Hace rato que deje de buscar ser el centro de atención. Pasar desapercibida me parece mejor plan. Es ahí cuando todo se vuelve conocido, me aburro y me quiero ir.

En estos momentos es cuando los viajeros nos hacemos la pregunta más de mierda. ¿Qué estoy haciendo acá? La respuesta cambia dependiendo la situación. Hay momentos donde la pasas mal, como todos en cualquier parte del mundo. Sin embargo, ahora no es uno de esos momentos. Tengo un espacio lindo que habitar. Tengo la posibilidad de aprender. Tengo un día a día agradable. Tengo tiempo, plata, buena comida. Mucho más de lo que muchos no se atreven ni a soñar. Me gustaría poder compartir esto con alguien. Me llegó un WhatsApp. Es Mati. Me gustaría que esté acá. Lo extraño. Aunque pensándolo bien no se si extraño tanto a una persona sino a mí misma en la compañía de alguien más. Que duro es darnos cuenta de que la vida es mejor compartida cuando elegimos existir tan lejos del calor de nuestro hogar.

Aunque puse puntos suspensivos en esa hoja de papel, acá hay un punto y aparte. Es que un aprendizaje es eso. Es un final con un continuará desde otro lugar.


Esto es 'fucking crazy', como dicen los gringos. Estoy hace casi un mes viviendo en la casa del doctor Harry. Un médico de familia apasionado por la medicina alternativa. Desde que llegué que estoy estudiando un protocolo para la creación de algo que ni idea que es. Lo único que sé es que firmé un contrato de confidencialidad. Como si pudiera divulgar algo que no entiendo.

Los gringos pueden hacer cosas extravagantes como montarse un laboratorio en un trailer en la esquina de la casa. Por extraño que nos parezca a los simples mortales. Hasta ayer creía que era el primer puesto del "top ten" de locuras gringas. Hasta ayer que se me ocurrió dar una vuelta por el vecindario. En el jardín delantero un gringo tiene tres camellos. No sé si son camellos exactamente, estuve investigando (muy poco) y parece que son unos primos cercanos. No recuerdo el nombre, pero más pequeños. Vi tres animales con jorobas en el jardín delantero de una casa. Si, eso superó todas mis expectativas. No descarto que algo más extraño le saque el primer puesto.

La locura en la que estoy sumergida no es entender sobre laboratorio, es experimentar. Ni ellos están seguros de lo que estoy haciendo. Digo ellos porque son un grupo de gringos de entre 30 y 50 años, forrados en guita y limitless. Si no, no se explica por qué están poniendo a una latina (sin experiencia en laboratorio) a jugar con sustancias supuestamente carísimas.

Hoy llegué a un pico alto de estres. Todo comenzó con una reunión de una hora. Entendí la mitad de lo que hablaban. Mi nivel de inglés intermedio me permite contestar las preguntas dirigidas a mí. Sin embargo, cuando hablan entre ellos a la velocidad de la luz, me quedo en blanco. A veces simplemente me desconecto. Es agotador pensar en otro idioma. Ahí no termina. Todo el día dando lo mejor de mí. Mi jefe, sin saber ni un paso del protocolo, metiéndose en el laboratorio a las 6 de la tarde. No tiene mala onda, pero en su agenda no está leer el protocolo. No lo va a entender haciéndome preguntas sobre la última parte del mismo. No sé bien a que voy con esto. Creo que solo quería descargarme. Mi mente me juega una mala pasada. Creo que estoy concentrándome en algo que no me sirve. No por casualidad la madre de Harry, Kate, me lleva a una librería. Buscamos la sección en idioma extranjero. Pocos libros para elegir y ahí estaba el que me sacaría de este lugar. "El poder de comprender tu interior", del psicólogo Mario García. Llama mi atención su portada de colores dentro de un frasco. Inteligencia emocional para dejar de mandar mensajes negativos a mi mente. La serenidad que necesitaba habitar en este momento de presión. Mi anillo al dedo para recibir la noticia que debía irme. Noticia que me comunica el padre de Harry. Solo pone en palabras lo que yo ya sabía. La falta de organización y la necesidad gringa de hacer mil cosas a la vez nos impiden seguir con el proyecto.


Ahora me encuentro a la espera de la llamada de Julieta. Asumo que puede llegar a ser mi salvación, otra vez. Sin embargo, me siento nerviosa y ansiosa. No sé qué voy a hacer si ella me dice que no hay lugar para mí en la granja donde ella trabaja.

Suena el teléfono, es Juli. Le comento que me tengo que ir, otra vez. Me dijo que esta todo un poco raro ahí. Están teniendo problemas con la policía. Mi corazón se paralizó por un segundo.

No tengo idea de a donde voy a ir. Me comenta que va a hablar con la dueña del lugar. Me dice que apenas tenga noticias me llama. Minutos eternos. Mi cabeza buscando un plan A, B, Z. No hay demasiadas opciones. Es empezar a hablar con quienes creo podrían ayudarme. Me siento inmovilizada por no tener auto. Me siento un poco engañada también. Harry me prometió trabajo. Me dijo que tenía muchas cosas que hacer. Ahora mismo no me está pagando la mitad de lo que me debe. Habíamos arreglado otra cosa y como siempre, California. Todo cambia minuto a minuto. No se puede confiar al cien por ciento en nadie. No son malas personas. Sin embargo, tienen estos manejes un poco raros. En mi mente empiezo a pensar que pasó y llego a la conclusión de que los padres de Harry no quieren alguien viviendo con ellos. Es lógico, son viejos. Yo entiendo eso. Necesitan sus cosas donde las dejaron y sus espacios vacíos. Aunque tengan una casa para diez personas donde solo viven tres, la mitad del año. Cosas de privilegiados. No pretendo quedarme en un lugar donde no quieren que esté. Me iría ya mismo. No me sirve de nada pensar qué paso. Tengo que resolver qué va a pasar. Tengo miedo, incertidumbre, ansiedad. Sin embargo, confió en mí. Pienso opciones. No estoy segura de qué quiero hacer. Se que lo que venga va a ser para mejor.


Dudar hasta de mí misma.

Estoy a una semana de dejar California probablemente por mucho tiempo. Me voy a Hawái y eso me entusiasma. Necesito mi espacio. Más si el mismo está cerca del mar. Ya no tolero esta incomodidad de estar en la casa de alguien más. No tengo ningún problema de convivencia. Más bien todo lo contrario. Estoy tan pendiente a no molestar al otro que nunca me relajo. Me cuestiono si lo que hago le molestará o no. Me fijo cada detalle e intento ser ordenada/limpia por demás. Creo que eso me agota. Intentar caer bien es un drenaje de energía enorme. La gente tiene que aceptarnos por lo que somos no por lo que hacemos por ellos. Me siento en paz conmigo, pero me presiona esta sensación en el pecho. Pensar que pronto estaré en otro lugar me alivia. A veces el tiempo pasa lento. Se que mañana será domingo y estaré subiendo a mi primer avión del 2023. El cuarto avión en lo que va de casi diez meses de viaje.

Me está costando la distancia. No sé cuántas veces en lo que llevo en EEUU habré escrito lo mismo. Cada vez es más pesada la piedra de estar lejos de los míos. El problema es que nunca estoy lejos. Estoy siempre cerca. Por eso no me olvido lo que se sienten sus abrazos. Entendí que una parte de mis siempre estará en casa. Por mucho que le quiera poner ruedas o alas. Por mucho que me esfuerce por trasladar mi casa a donde sea que vaya. Por mucho que me resista. Aceptar que las bases están al lado de los que amo me hace sentir cierta serenidad. Ya no quiero luchar contra eso. Quiero dejarme sentir.

Me despido de California con la intensidad que caracteriza este lugar. Estoy en Oakland. Tomo unos mates mientras escucho a Félix tener una conversación en francés por videollamada. No entiendo nada lo que dice, pero su acento suena hermoso. Me está hospedando en su casa estos últimos días. El domingo sale mi vuelo a Hawái y el mundo se hace un poco más grande.

Para ser honesta en el fondo sabía que no iría a trabajar con Julieta. Creo que aferrarnos un poco a una idea nos mantiene tranquilos. Luego la tranquilidad viene sola. Cuando resolvés. Cuando te das cuenta de que no esta tan mal y de que no es tan grave. No me esperaba lo que sucedió el día anterior cuando aún estaba en Sacramento. Mientras lavaba mi ropa y armaba mi valija me llegó un mensaje de Whatsapp. Era Julieta. Me preguntaba si quería ir a trabajar. Mi mente empezó a jugarme una mala pasada. Comencé a cuestionarme mi decisión de ir a Hawái. Todos mis miedos e inseguridades a flor de piel, con un simple mensaje. La posibilidad de tener un trabajo "fijo" (solo algunas semanas) me hacía cuestionar mi decisión de ir a arriesgarme a una de las islas más exclusivas de EEUU. Está claro que eso hace que sea sumamente costosa. Arriesgando todos mis ahorros. Los mismo no están pensando para quedarme aquí. El día anterior había sacado mi visa de Nueva Zelanda (y el pasaje antes de que la aprueben). El día anterior sentía que podía lograr todo lo que me proponga. Sentía que me comería al mundo una vez más. Sentía que mi rumbo estaba marcado y allá iba, por nuevas aventuras. De repente. Un mensaje. Una duda. Miedo. Inseguridad. Otra vez empezar de cero. Mi cuerpo no me dejaba avanzar. Sin embargo seguí con el plan. "No tenés que decidirlo ahora", pensé. Volví a poner mi ropa de trimming y mis tijeras en la valija, cosas que pensaba descartar en Sacramento. Me subí al bus hacia Oakland con la cabeza y la panza revueltas. Comencé a mandar mensajes. Buscaba una respuesta en el exterior. En mis amigos, en mi familia. Nadie de ellos respondía. Le escribí a Picha. Una amiga de una amiga. Picha vive en Hawái hace más de un año. Me contestó: "la respuesta está en tu interior". Mi alma volvió a mi cuerpo al leerla. Me recomendó que respire y me tome un momento. Percibió mis nervios. Me abrazó a la distancia.

- "Me sale decirte que te imagines quedándote en California y veas como se siente tu cuerpo. Luego que te imagines yéndote de allí, viviendo en Hawái y vuelvas a percibir como te sentís."

Las palabras se hicieron carne. A las 13.30h del día 19 de enero del 2023 una gran revelación. Al pensar en quedarme en California mi cuerpo me pesaba, mi cara reflejaba una mueca de preocupación y desgano, mi alma se entristecía. Cuando me imaginé en Hawái pude sentir la arena en mis pies, entre mis dedos. Imaginé una sonrisa y sonreí. Mi cuerpo se sintió liviano y agradecí.

Mi intención de venir a EEUU (al igual que la de muchos) era "hacer plata". Ese mandato estresante de la sociedad me consumió la energía de una manera abrupta. Si, lo logré. Recuperé mis ahorros. Compre mis pasajes, mi visa, una nueva computadora. Me preguntaba a qué costo y cuánto más. Me cuestionaba si necesitaba tanto más. Estaba a punto de rechazar tres mil dólares por el riesgo de un nuevo lugar. Un lugar donde no conocía a nadie. No sabía si podría trabajar. No sabía cómo me recibiría. Siguiendo mi instinto mi cuerpo me pide ir hacía allí. Yo solo decido escucharlo.


De esta situación se desprenden grandes revelaciones. Me había propuesto un 2023 lleno de viajes. Para esto debía juntar mucho dinero, es cierto. Sin embargo, a tan solo 19 días de este año entendí (o recordé, o interioricé) una de las verdades más trascendentales. No soy el dinero que tengo. La presión autoimpuesta de que "debo" cumplir ciertas metas en determinada cantidad de tiempo. Digo autoimpuesta (aunque es una imposición social) porque tiempo atrás me había dicho las mismas palabras. No persigo el dinero, persigo la experiencia. Solo cuando realmente rechazas una gran suma de dinero es cuando lo interiorizas. Somos lo que hacemos y no lo que decimos que somos.

Hace un mes mi hermana estaba a una semana de recibirse de arquitecta. Me llamo llorando. Me expresó sus nervios, su inseguridad. Temía que le vaya mal en el último parcial de una carrera que le llevó diez años de su vida. Mi propia boca le dijo que ella no era una carrera universitaria, que nada pasaba si le iba mal, que todos igual la íbamos a seguir queriendo. Lo que ella pensaba es lo que la vida me puso en frente poco tiempo después. Nuevamente estaba yo buscando en el afuera lo que estaba dentro mío.


Toda esta situación se la expresé a Félix cuando terminó su videoconferencia. Le conté que a pesar de mis miedos e inseguridades el domingo tomaría ese avión. Sonrió. Me respondió que es lo más normal sentirse ansioso. Se paró y se metió a su habitación. Salió apenas unos minutos después. Lo esperaba en los almohadones que tiene tirados en el piso y contra la pared. En sus manos un mazo de cartas. Las revolvió sobre uno de los cojines y me dijo "elegí una". Cuando saque la carta la mirada de un puma me penetró. Se la mostré a Félix, esta vez su sonrisa soltó una risa.

- "Tengo una cita, vuelvo en una hora." me dijo mientras su mano extendía un libro. "Lee su significado", agarró su bicicleta y se fue.

Una energía inmensa recorrió mi interior con las primeras frases.

"I am Puma. With you, I awaken the vigorous energy, fierce power and abiliqty to act without hesitation when the moment is right."

Mi piel se erizó. Básicamente lo que propone esta carta es que creas en tu poder. Te ínsita a confiar en que tus decisiones son acertadas. Te invita a reconocer que estas en el momento y lugar indicado. Te llena de energía.


"She doesn't waste energy. She chooses her opportunities"

Confiar en tu intuición con coraje y valentía. Ser consiente de tus oportunidades e ir por ellas. Con esa intención quiero moverme este año. Con esa intención quiero vivir esta vida. Afrontando mis miedos. Confiando en mí misma. Sabiendo que la respuesta está dentro mío. Sabiendo que mi energía tiene el poder para llevarme a donde mi alma quiera ir. "No hay tiempo para dudas", dice el Puma. Esta carta asentó en mí una claridad inmensa. Proponiendo dejar atrás el pasado. Incitando a aprender de los momentos "en que no honraste tu alma en el pasado".

"Whatever it is that you dream of attaining or desire to do in this word, Puma arrives with this message - you have the power".

Me siento agradecida con toda esta revelación. Confío en un futuro lleno de abundancia. No, no hablo de dinero (solamente), hablo del poder de lograr mis objetivos. Paso a paso. Sin prisa. Devorando cada momento. Abrazando cada sentir. Acompañándome.

 

Como siempre, un profundo agradecimiento a los que me leen y me tienen paciencia para publicar. De antemano, gracias por sus devoluciones. Con amor. ¡Hasta pronto!



33 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Komentáře


bottom of page