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  • Foto del escritorJuliana Galvan

CIUDADANA ITALIANA

Un poco de lo que transité en esta etapa de mi vida.

Motta di Livenza, Treviso, Italia.

Compré el pasaje a Italia cuando empezó la pandemia. Era de las que pensaba que sería cosa de pocos meses. Nunca me imaginé que tomaría ese vuelo dos años después. Cuando lo diseñé iría con mi prima a Lecce. En dos años las cosas cambian tanto.

La despedida esta vez tenia un sabor amargo. Mis seres queridos sabían que no sería un viaje corto. Me despedí de los que amo con un hasta luego. Ya no tengo dudas que me esperan. Con amor, con el mismo amor.

Tomé el vuelo en Ezeiza. Luego de 11 horas llegué a Madrid. Nerviosa. No me gusta pasar el control migratorio. Nunca voy a lugares con fines turísticos. Más bien si hago turismo en un lugar es porque puedo trabajar. Tener que ponerme en el papel de turista me sale bien. Aunque siempre está el miedo de que no me crean.

Llegué medio dormida a Madrid. Me pidieron el pasaporte sin hacerme una sola pregunta. Un sello. Continué mi camino. Fue tan diferente a lo que imaginé. No me creí que estaba dentro de la Unión Europea hasta varias horas después del sellado. Me preguntaba a mi misma si habría otra instancia de ingreso más adelante. No. Eso fue todo.

En Fiumiccino, el aeropuerto de Roma, tomé un bus a la 'termini'. La terminal de trenes tiene un mercado de comidas con decoraciones en madera, hierro y plantas muy verdes. Compré el boleto a Venecia, Mestre. Me senté a tomar un jugo y comer el sándwich de jamón crudo más rico del mundo. Un rato me separaba del arribo de mi tren.

- Viniste en la carreta - me dijo Néstor apenas me vio en la estación de trenes de Venecia.

Tardé 6 horas en llegar. Compré un boleto que valía 40 euros menos que el boleto del tren que llegaba en 2 horas. En ese momento todavía convertía a pesos argentinos. Me pareció un buen ahorro. No estaba apurada.

Me esperaba la tanada en la estación. Me recibieron ansiosos. Sonrientes. Los busqué con la mirada. No me costó encontrarlos. Estaba tan cansada y tan feliz de haber llegado. Esa noche dormí hasta el medio día del día siguiente. Me dijeron que es normal cuando tenes cambio de horario. Me levantó Silvana, preocupada. El almuerzo estaba listo. Me sentí en casa.

Vivo en Motta di Livenza hace 6 meses, contados al día de la fecha. La Región Véneto es la más pudiente de toda Italia. Acá viven los herederos. Sin embargo, como toda mi vida, estoy en casa de trabajadores. Me alegra que así sea. Me recibió una familia de 'argen-tanos'. Aunque nacieron en Argentina estuvieron más años de su vida en Italia. Son amigos de mamá. Silvana estudió con ella. Néstor se casó con Silvana. Tuvieron dos hijos. Viven con Ciro, el mayor de ellos dos. Su historia cuenta que dejaron Argentina cuando vieron en peligro la vida de sus pequeños. Aún no la dejan del todo. Siempre están pendientes de su patria. Néstor suele hablar como si aún estaría allí. Ciro trabaja en una fabrica que no le gusta. Su sueldo de trabajador no le permite vivir solo. Creo que tampoco quiere. Se apoyan mutuamente los tres. Se cuidan. Hacen que la vida sea más linda. Me gusta ver como están pendientes el uno del otro. Me gusta ver como Néstor le prepara con amor el café a Ciro en la mañana. Como dice que Silvana lo tiene cansado pero no pasa un rato sin llamarla o preguntar por ella. Nunca conocí personas que hayan sufrido tanto. Nunca conocí personas que lo cuenten entre risas. Aunque a veces el pasado vuelve doloroso. No lo dejan entrar. Siempre hay cosas nuevas de que preocuparse. Siempre hay algo que festejar.


Julio 2022

Soy de escribir en digital. Solo escribo en papel cuando algo me perturba. Acá va:

Me está costando dormir por la noche. Se muy bien por qué. Todas las noches me digo a mi misma 'si te queres dormir no penses más'. Pero mi cerebro vuelve a la misma pregunta '¿Qué más queres? Haciendo referencia a mis proyecciones, a mis deseos. Buscando responder a mis expectativas de futuro cercano. Hago mil posibles hipótesis. Como si realmente pudiera controlarlo. La vida me mostró mil veces que es imposible predecir el futuro. Que sea impredecible es lo que lo hace mágico. 'Estamos hechos de momentos', mi frase favorita. La vida te pone en situaciones de las que tenes que aprender. Momentos. Estamos en constante aprendizaje. Es inútil pensar en el futuro con razonamientos de nuestra versión actual. Todavía no somos consientes de quienes seremos en el futuro. Con algo de suerte nos vamos a convertir en alguien mejor, o con más experiencia para sortear la vida. No sabemos cómo vamos a actuar. Que herramientas tendremos en ese momento. Solo hoy y ahora es lo que podemos controlar. Más que poder deberíamos hacerlo. Claro está que poder no estoy pudiendo. Mi cabeza no me la estaría haciendo fácil.

La pregunta que me repito es demasiado amplia. Soy muy joven. A mi edad tiene sentido que sucedan muchas cosas en el futuro. Sobre todo si tengo en cuenta la intensidad que manejé hasta ahora. Si vivo a este ritmo toda mi vida no voy a vivir mucho. Otra vez pensando hacia adelante.

Estoy en un momento donde me está costando la inestabilidad. Deduzco que es por mi entorno. Lo externo nos condiciona. Mis amigos están 'estables'. Si eso significa tener el mismo trabajo hace años, un alquiler, estar a punto de recibirse o ejerciendo hace poco. El estilo de vida que elegí no tiene nada que ver con eso. ¿Por qué hablo en pasado? ¿Será que quiero elegir otro estilo de vida? ¿Me cansé de viajar? ¿Quiero echar raíces? Estas preguntas me devuelven al principio. Hipótesis sobre el futuro inmediato. No duermo. Falta poco tiempo para lograr el objetivo al que vine. Tener el pasaporte europeo que me abrirá las puertas a nuevos rumbos. El sueño de muchos viajeros. ¿Es casualidad que me cuestione todo esto ahora? Si el hecho de imaginar todo lo que me falta recorrer me da ansiedad... ¿No es el miedo la contracara del deseo? Elijo vivir una vida en busca de placer. Buscar. Placer. Viajar. No se me ocurre algo que junte mejor esas palabras. Cuando pienso en el momento presente no me lo imagino mejor en otro lugar. Me gusta donde estoy. Me gusta mi día a día. Tengo altos picos de energía. Superior a otros momentos de mi vida. Muchos planes, proyectos y objetivos en los que trabajo diariamente. Me acerco cada vez más a pasos pequeños pero certeros. Se me ocurre que querer ir más rápido que este ritmo me puede estar afectando.

Estar en este lugar me demostró todo lo que soy capaz de hacer. Me encontré fuerte. Encontré inmensas ganas de aprender cosas nuevas. Quizás me sobre exigí en pretensiones. Ir más rápido. No darle tiempo y lugar a cada suceso.


(Dejo de escribir)

Se abre la puerta, es Silvana:

- ¿Queres un helado? - me invita sonriente.

- Claro, gracias - Cierra la puerta y me deja sola.

Se dio cuenta que estaba escribiendo. Me gusta que entienda mis espacios. Tampoco me interrumpe cuando leo.

El helado está buenísimo. Es uno de esos conitos con una media bocha compacta arriba. Tiene crocante y chocolate por encima. Es sabor americana. Nunca me gustó la crema americana, pero este helado está increíble. El papel no se desprende fácilmente. Me lleva trabajo quitarle ese papel metálico por fuera y blanco por dentro. Mientras lo deseo. No me aguanto y pruebo un poco antes de sacarlo por completo. En general los cucuruchos de este estilo no me gustan. Este tiene un sabor especial que combina muy bien con el helado. Lo como lentamente. Lo disfruto. Me hace bien sentir el frio en mi boca. Estoy saboreando cada mordisco. Como si no fuese a terminarse nunca. El final me sorprende, esta lleno de chocolate. Macizo pero suave. Delicioso. Me siento contenta y satisfecha. Tomo un poco de agua.

Sigo escribiendo.

Lo que tengo que aprender es a disfrutar cada momento. Esta idea viene a mi casi sin pensar. Como si no controlara mi marcador trazo fino color negro. Disfrutar cada momento. Cuando las cosas lleguen (porque llegarán) quiero estar con la cabeza en el momento presente. Ser lo suficientemente consciente y agradecida, para disfrutar con todo mi corazón. ¿Acaso no es el mayor placer de nuestra existencia habitar el momento presente? Vine a cumplir un objetivo, que me llevará a otro, luego a otro. Hasta cumplir mis sueños más grandes. Todo está encaminado. No hay nada más que hacer. Solo fluir y respirar. Disfrutar cada momento. Observar cada momento. Masticar cada momento lentamente. Como si no fuese a terminar nunca. El final me sorprende, esta lleno de chocolate. Me siento contenta y satisfecha. Estoy aquí: vivo ahora. Tomo un poco de agua. Agradezco.


Agosto 2022

De esa parte hasta ahora pasaron algunos de los mejores días de mi vida. Salgo a caminar a mi hora favorita, justo antes de que se ponga el sol. Todos los días. Mi cuerpo me lo pide. Es una necesidad. A veces me siento cansada. Voy igual. No es mi cuerpo el que más lo necesita. Es mi mente. Observo a mi alrededor. Los viñedos. El verde de los campos me relaja. Me conecta. Las montañas acompañan el paisaje. Viviría acá una vida. Si no fuera por mis ambiciones.

Me llevo aprendizajes que atesoraré por siempre. Cuando llegué a este lugar me sentí en casa. Es una sensación difícil de explicar. Estar en el momento y lugar indicado. Quizás el saber que parte de mi familia nació y se crio aquí. Me imagino como fue su vida. Simple. Cosechando. Cuidando animales. Cortando leña. Estoy casi segura que vivían con la misma paz que siento ahora mismo.

Hace 5 meses que vivo en este pueblo. Casi medio año que pasó en 3 días. Tiene tanto de eterno como de fugaz. No me iría nunca. Mi rutina es hermosa. Como siempre que tengo una rutina la rompo. Cuando me acostumbro a algo lo cambio 360. No se vivir sin esa adrenalina. 'Eternamente en fuga como la ola...' escribió Neruda una vez. En fuga hacia lo eterno.


A veces me acompaña Ciro a caminar por el campo. Hay unos caminos que bordean el rio. Los llaman "argine". No se si se escribe así. Su finalidad es contener la subida de rio. Del otro lado están las plantaciones. Este verano fue tan seco que eran inútiles. No lo fueron para mi. Caminé sobre estas extensiones de tierra, elevadas un poco más de un metro del nivel del mar, cada día. Significaron cada atardecer. Me acompañaba una sonrisa improvisada. Al encontrarme allí en medio del campo rodeada de arboles y viñedos, completamente sola. Con las nubes pintadas de colores. Con el sonido del rio y su color verde petróleo. Contenta de estar viva.

Con Ciro aprovechamos la soledad del campo para recolectar choclos (maíz). Comerlos recién sacados de la plata es un placer. Que magnifico tener esta posibilidad. Comer de la cosecha de la zona. Saber de donde viene tu alimento. Es una gran conexión con el lugar.

Cuando camino sola por el argine escucho música o algún Podcast. A veces llamo a mi familia o amigos. Creo que tuve más y mejores conversaciones con ellos estando en Italia. A 12000km de distancia de Buenos Aires. Gracias a la tecnología los kilómetros se vuelven invisibles. Me acerqué mucho a los que amo. Me sale fácil estar cerca estando lejos. 'Lejos pero cerca', otra de mis frases favoritas. Tanto que la llevo en la piel. Me gusta saber de los que amo. Son parte de mi. No tengo que tenerlos al lado para sentirlos cerca. Solo por eso puedo seguir viajando. Si no fuera así no lo soportaría. Mi clan lo es todo.

Me gusta pensar que tengo muchas casas. Realmente siento que dejo en Italia una de ellas. Una familia, mi familia. Una que elegiría un millón de veces más.

Hace unos días sentía una ansiedad tremenda. Ya no pensaba en la ciudadanía porque sabía que estaba cerrado el trámite. Sin embargo comencé a pensar en lo que vendrá.

Hoy me desperté a las 7am. Luego de una ducha y unos mates fui caminando al comune (municipalidad). Allí me esperaba Silvana. Acompañándome como todo este tiempo. La madrina que elegí.

Cuando me dieron los papeles para firmar mi ciudadanía la ansiedad se difuminó. La sensación es como cuando bajas de la montaña. Mi cuerpo manejaba una tensión increíble. Felicidad, emoción y orgullo. 'Todo llega', pensé. La vida se encarga de darnos lo que merecemos. De poner las cosas en su lugar al tiempo necesario. Hoy siento que es genial hacer planes, pero no podemos controlar el futuro. No nos pertenece. Simplemente no existe. Soy feliz de que así sea. Estoy agradecida. No hay muchas cosas más que desee. La libertad es mi mayor ambición. Esto me llevó a cuestionarme el por qué de estar siempre pensando en lo que vendrá. Eso no es libertad. Es condicionarnos. La ansiedad y el estrés de esta era. El mandato social de hacer plata. La mierda capitalista.

Quiero disfrutar este momento. Este logro. Quiero ser parte de cada segundo que siga viviendo en este lugar increíble. Quiero compartir con las personas que vivo. Tengo una familia que disfrutar. Tengo un presente feliz. La vida merece ser vivida así. Aunque se que vienen cosas hermosas. Elijo estar acá. Elijo estar ahora. Agradezco.


A la tarde fuimos con Ciro a recorrer Aquileia.

Es un pueblito cargado de historia romana. Me encanta visitar pueblitos pero en general eran de playa o montaña. Este sin embargo tiene otro atractivo. Como muchos por el noreste italiano lo que tiene son ruinas.

Recuerdo cuando fui al Machu Picchu. Todos me hablaban de la sensación mística de las ruinas. Yo no sentí nada. Estaba cansada. Lo primero que hice fue la montaña Machu Picchu. Quería altura. Es lo que busco en general. Naturaleza. Respirar el aire puro de la montaña. Ver la inmensidad que nos propone estar kilómetros arriba.

Esta vez fue diferente. Realmente me generó una sensación saber que por los caminos de Aquileia habían caminado seres Antes de Cristo. En el Museo Arqueológico Nacional vi monedas del año 200 D.C. La gente comercializaba, vivía, se buscaba la vida... Casi como ahora pero sin internet. Ver los utensilios de cocina, las joyas, las tumbas, las lápidas... vivir y morir. En eso nada nos diferencia. El detalle con el que hacían todo con sus propias manos. Hablaba de tener tiempo. Aunque vivían muchos menos años que nosotros.

La basílica es del año 400 D.C. Todavía tiene los arabescos en Mosaico. Dibujaban animales, vírgenes, símbolo de infinito. Símbolos en general. Están intactos. Igual que muchas paredes y tantas columnas. Edificios que atravesaron siglos. Guerras. El legado de hombres que existieron hace 2000 años. Sus creencias reflejadas en el arte.

Después de caminar durante horas nos fuimos a Latisana. Fuimos a comer sushi. 'All you can eat' que se traduce en 'todo lo que puedas comer', por un precio fijo. Llegamos a la conclusión que es la tortura más deliciosa. Si dejas algún plato que pediste te lo cobran aparte. Es literal. Siempre-pedís-de-más. El último plato es un esfuerzo sin sentido. Por suerte es pescado y no pasta. Igual salís del lugar al borde del vomito. No hay otros restaurantes donde salgas a punto de explotar de comida. No habiendo pagado 30 euros por persona. Como argentina que soy festejar comiendo me parece un planazo. Aunque festejo hay algo amargo en mi sentir. Una nostalgia. Un adiós que es hasta luego. No me despido de ellos. Me despido de mi. Me despido de quien alguna vez fui. Otro lugar que me transforma.


Septiembre 2022

Es una semana lluviosa. Afuera esta gris, nublado. Llegué a Italia en primavera. Me recibió un clima similar al de hoy. Recuerdo mi primer semana abrigada tomando té. El otoño comenzó de este lado del mundo hace pocos días. Frio y lluvioso. Sin embargo, ayer fuimos a la montaña con Ciro. Como lo hicimos más de una vez en este tiempo. Fuimos a pesar del clima. A pesar del barro. A pesar de todo. Sospecho que porque estoy próxima a irme. Compartir la pasión de caminar es hermoso. Hacemos kilómetros para adentrarnos a bosques. Para estar en altura. Para respirar aire puro. De a ratos conversamos. De a ratos vamos en silencio. Esta vez fue bastante silenciosa. No hubo sol. El bosque estaba frio. Las hojas de los arboles comenzando a caer. Mojadas en el piso. Algunas con vetas amarillentas. Una melancolía propia de ver al clima cambiar de estación.

No era el clima. Había cierto dolor de saber que quizás sería nuestro último treking de este año. Si, de este año. Le prometí volver. Nos debemos el Camino de Santiago. Lo voy a extrañar.

Ciro, la misma persona que el día de mi cumpleaños me dio la mano en vez de un abrazo, soltó una expresión que no olvidaré:

- Acá te espero -

Siento que las palabras de las personas tímidas no son en vano. Siento que lo compartido será eterno. El hermano que no tuve. El hermano que elegí. También me quedo esperando volver a verlo. Parece contradictorio. Los que migramos también esperamos. Los que nos vamos de casa también ansiamos volver. Las decisiones son contradicciones. Dejar algo para buscar algo más.


Octubre 2022

Debí ir a buscar el mi pasaporte a la Questura de Treviso la semana pasada. Paradójicamente perdí el bus que debía tomar. Vivir en un pueblo no te da demás opciones de transporte. La oficina cerraba al medio día. No llegué. Volví enojada conmigo mismo. Cuando se me pasó entendí que todo pasa por algo. Luego me di cuenta que quizás mi inconsciente no tenía tantas ganas de irse como otras veces en que decidí volar.


Cuando tuve mi pasaporte italiano en la mano me senté en un banco de plaza. Rodeada por los edificios públicos marrones de la Piazza delle Istituzioni de Treviso. Observé el cuadernito bordó en mi mano por un momento. Miles de imágenes vinieron a mi cabeza. Cada situación que me había acercado a este momento. El momento que vine a buscar. La emoción me invadió. Recordé por qué lo vine a buscar, por qué lo quería. Recordé las puertas que se abren hacia el mundo gracias a un simple cuadernito. Abrieron sus alas los pájaros dormidos que me habitan. No estaban extintos. Nadie pudo exterminarlos, ni siquiera yo. Vibran dentro de mi donde me imagino subiendo a un avión. Viendo las nubes desde su propia altura. Divisando pequeños cuadraditos verdes bajo mis pies. Con ese vacío que te provoca en la panza estar a tantos kilómetros de altura. Trasladándome largas distancias en tan solo horas. Cruzando el mundo entero. Imaginé bosques y selvas. Troncos, musgo, hongos. Imaginé playas. Arena, olor a mar, a peces de colores. Montañas. Altura y aire puro. Ciudades inmensas. Barrios, autos, bocinas, humo. Pequeños pueblitos. Colores, adoquines, luz cálida. Que enorme es este mundo. Entendí que por más cómoda que me sienta en un lugar nada se compara con la sensación de viajar. Libertad. No sé de nada más que me haga sentir así. Libre. Libre de mandatos. Libre del mundo.

Entendí lo asertivo de mi decisión. Dejo una casa en Italia. Con una familia que es mía. Me alejo otra vez de un lugar que me abrazó. De personas que me amaron. Lo elegiría un millón de veces más. Porque mi hogar soy yo. Mi lugar feliz es donde pueda destruirme para construirme. Caminar lejos. Caminar, correr, saltar, buscar. Libre. Libre de mandatos. Libre del mundo.

Libre de mi. Mi mejor versión es hoy y es mañana (mientras siga mis propios pasos). Pasos a veces certeros y otras tantas imprecisos. Sin embargo todos tienen algo que enseñar. Cuentan mi historia. Continúan escribiéndome. Un camino sin final. De esos antiguos, pequeños. De esos caminos que parecen arropar. En este mundo que es inmenso de territorio y tiene tanto que enseñar.


No me quiero olvidar nunca de agradecer.

A todos los que me acompañaron. A mis familias en el mundo. Pero sobre todo a mi misma por permitirme ser.


"Y no es la adversidad

la que separa a los seres,

sino el crecimiento.

Nunca ha muerto una flor:

sigue naciendo."

Pablo Neruda.





 

A todos ustedes gracias por leerme. Siempre dispuesta a recibir sus comentarios.

¡Hasta la próxima!

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