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  • Foto del escritorJuliana Galvan

EL RETORNO DE UN FANTASMA DEL PASADO

La historia de por qué si yo pude vos podes


Nadie me regaló nada.

Trabaje por nueve meses como vendedora de ropa en un local de ropa "sketer". Era un trabajo de fin de semana. Mi paga me alcanzaba poco mas que para las cosas de la facultad y algunas salidas, imposible ahorrar. Crisis económica en Argentina (no importa cuándo leas esto) y me despiden. Cobré una indemnización de casi 1000 dólares. Pensé qué podía hacer con ese dinero. Teniendo en cuenta que conseguir trabajo iba a ser prácticamente imposible. Pensé en emprender, pensé en guardarlos, pensé y pensé, como todos hacemos antes de tomar una decisión. Una amiga, diría una hermana, en ese momento estaba viajando por Sudamérica. Su nombre es Lucila, o como le decimos los amigos: Luci. La llamé.

- "Me quiero ir de viaje, ¿Me alcanza con esta plata?" - interrogué a mi amiga.

Contestó que la plata es lo de menos porque "la plata se hace". Frase se marco en mi piel y la hice carne cuando meses después llegué al Perú. Esa seguridad que aunque acepté me costaba entender me dio el primer empujoncito. No comprendía la facilidad de adquirir dinero de la que me hablaba mi amiga. Lo cual es lógico viniendo de un país donde por muchas ganas que tengas si no hay laburo no hay plata.

Había recorrido largo tramo hasta Perú y quedaron de mis ahorros 500 dólares. No tardaron en desaparecer. Luci (¡Que mujer!) me incitaba, como quien acaba de bajar de una montaña rusa, a que no me quede con las ganas de nada. Conocí varios atractivos turísticos del Perú como El desierto de Huacachina, paraíso en la tierra. Tierra de arenas doradas y vegetación verde vida (como me gusta decir). En la foto de portada de este posteo estoy haciendo culi-patín en sus dunas.

Entendí lo que significaba "hacer" plata cuando al revisar mi porta valores asomaba solitario un billete de 5usd.

Ahora me tocaba poner manos a la obra. Estaba ansiosa por ese momento. Necesitaba saber cómo me desenvolvería en esa situación. Ni soñando pude imaginar cuántas cosas podes aprender de trabajar en otro país.

Íbamos al mercado por la mañana. Allí había que estar muy atentas al encontrar la tienda en la que comprábamos. Las primeras veces nos quedábamos esperando a que el vendedor nos salude preguntando "¿Que necesita?". Podíamos ver como las personas que llegaban luego que nosotras realizaban su compra en nuestras narices. Rápidamente comprendimos el modus operandi. El vendedor atiende a quien le hace un pedido. Bastaba llegar sin importar quien estuviera y gritar: "un paquete de manjar blanco y galletitas María". En cuanto el vendedor te miraba la compra estaba realizada. Puedo recordar lo divertido que podía ser competir porque nos atiendan primeras.

El proceso era simple. Rellenábamos dos tapitas de galletitas "María" con dulce de leche. Luego pasábamos los bordes por coco rayado y a la tapa de arriba le hacíamos un "botón" de chocolate. Esto simulaba una cobertura que solo tenía un lado de nuestros "alfajores argentinos". Vendimos durante semanas y, para mi sorpresa, era un buen negocio. Sonrisa, prolijidad y respeto, son la clave para no fallar en las ventas. Una vez me crucé con un señor que no confiaba mucho en la calidad de nuestro producto.

- "Te compro uno porque sos agradable" -, me dijo.

Al final compró los casi 40 alfajores que quedaban en mi bandeja. Estuvimos conversando sobre su madre quien amaba lo dulce. Mis alfajores eran un regalo del señor para ella. Luego de admirar lo delicioso de nuestro producto me mando con un billete de gran valor a pedir cambio al kiosco. ¿Por qué ese hombre confiaba en mi sin conocerme? No habíamos hecho más que intercambiar unas palabras. Algo en mi le dio confianza y no falló. Volví con su cambio. Le agradecí por su compra y me quede en el banco de la plaza pensando qué haría ahora que mi jornada laboral había finalizado. Fueron momentos hermosos en el barrio "el Barranco" de la gran Lima nublada. Descubrí mi capacidad para las ventas. Me impactó la necesidad generalizada que las personas tenemos de ser escuchadas. La mayor parte del tiempo tenía que recordar a mis "clientes" que debía volver a trabajar. Más de una vez se me iba el día escuchando historias de personas de todas las edades y nacionalidades. Más de una vez me agradecieron escuchar.

Al tiempo conseguí trabajo en el "Tizón" bar . Dos semanas fueron suficientes para sentir que allí había trabajado toda una vida. El amor y compañerismo de mis colegas me hizo sentir en casa. Les recomiendo ir allí a tomar un veneno si visitan Lima, después me cuentan. Nada es perfecto.

El día anterior a cambiar de rumbo hicimos una despedida. Luci trabajaba en el boliche de al lado del Tizón junto con otra amiga. Ese día salí un poco más temprano por recomendación de mi jefe. Era una gran celebración. Sentía que todo había sido perfecto allí. Las personas que conocí, los lugares, la casa en que viví. Grandes tesoros que llevaré de por vida.. Sobraban motivos para vivir una ultima gran noche.

Mis amigas tenían reservada una mesa en el lugar donde trabajaban. El alcohol empezó a girar. Todos saben que la fiesta latina es de las más épicas y ésta no fue la excepción. Una antigua mala compañía me sorprendió en el baño. Una de las bartender del lugar que tenía buena onda con mis amigas entró tras de mi. Morena de ojos redondos oscuros y pelo rizado. Su cara delgada con facciones finas y su cuerpo hegemónico complementaban su avasallante personalidad.

- ¿Te molesta si tomo? - me preguntó con una pícara sonrisa.

- Para nada - respondí también sonriendo. Era la segunda vez en esos meses viajando por Latinoamérica que se presentaba ante mi un fantasma del pasado.

Mis manos comenzaron a sudar mientras ella sacaba del bolsillo de su short de jean un pequeño tuvo. Lo abrió y con el borde de una llave esnifó. Se percató que no dejé de mirarla y su ofrecimiento me condenó. Había muchas cosas que había dejado atrás al salir de mi ciudad natal. Había tantas otras que me perseguirían y con las que aún tendría que luchar.

Todo fue risas y diversión. No recuerdo cuantas veces brindamos por nuestra despedida. Volví a casa con la luz del sol que recuerdo en las imágenes que mi mente proyecta de ese regreso. Todo era bastante confuso.

Me despertó horas más tarde una sed inexplicable y un dolor de cabeza que parecía traspasarme de oreja a oreja. Desayuné ese mediodía algunas anécdotas de la noche anterior que no recordaba.

Decidí ir a ver a Luci para programar el horario de partida y ultimar arreglos. Compartíamos nuestros ahorros y ella era la encargada de transportarlos. Junte mi parte, la metí dentro de la caja de mis anteojos y caminé en su encuentro.

En el camino perdí todo el dinero que había ahorrado.

Se me cierra el pecho de pensarlo. Cuando metí mi mano en el bolsillo de la campera que llevaba y sentí el vacío mi corazón se paralizo por un momento. Desandé mis pasos mirando cada rincón de las calles. Las lagrimas empezaron a brotar. Una vez vencida me senté en el cordón de una vereda, continué llorando desconsolada. La gente pasaba y preguntaba si estaba bien, si necesitaba algo. Cuando les explicaba que había perdido mi dinero me decían "tranquila es solo plata". No podía parar de llorar y reprocharme insultándome a mi misma por no tener más cuidado. No era la plata lo que me dolía. Estaba claro que la forma en que recaudé ese dinero aunque fue con tiempo y dedicación había sido lo más lejano a trabajar. Disfruté cada segundo de vender esos alfajores y mucho más de mi tiempo en el bar. No fui capaz de reconocer que me había provocado tanto dolor. Hoy puedo verlo. Volví a pensar que era una inútil, que no debí haberme ido de casa y que no tenía la fuerza de luchar contra mis demonios. Retrocedí en el tiempo. Estaba de nuevo sentada en el departamento de mi ex novio totalmente tiesa. Incapaz de hacer nada apretando el aire sin dolor. Allí donde pensaba que nunca saldría de ese lugar. Volví al lugar en que me destruía a mi misma sin siquiera saber bien por qué. Volví a los pensamientos negativos, oscuros, destructivos. El fantasma de ayer me recordaba que nunca te abandona la noche en que le permitís entrar a tu cuerpo. El día siguiente está ahí también. El día siguiente se transforma en culpa, en arrepentimiento, en dolor. Sabía que había vuelto y que no se iría tan fácilmente. Hablé por teléfono con mi hermana, con mis amigos, con todas las personas que me habían animado alguna vez a irme de viaje. No fui totalmente honesta de por qué me sentía tan mal. - "La plata no importa" - Luci logró reconfortarme.

Al otro día seguimos rumbo. Juré devolverle el favor. No estoy segura si la dimensión de lo que adquirí en ese momento se puede cuantificar en dinero. Luci levantó mi autoestima del piso y me demostró que yo estaba rodeada de oro. Viajaba con el tesoro de una amistad de toda (y para toda) mi vida. Me prometí a mi misma que otra vez me perdonaría y emprendí viaje intentando nuevamente dejar todo atrás.

Si en tus manos hay ganas, entusiasmo, energía y amor, mucho mucho amor; lo que tengas en tu cuenta no importa. Tampoco importa quien fuiste o cuánto dolor te causaste, cuanto dolor te causaron. Todos estamos a tiempo de reconstruirnos. Las (re)caídas son inevitables. No dudes en mirar los tesoros que te rodean. Vivir es entre todes sino no hay vida posible. No dudes en abrazarte y perdonarte cada vez. No importa cuánto te cueste: podes ser quien quieras ser.

 

Si estas pensando en viajar y no sabes como arrancar. Si tenés una idea pero no sabes cómo llevarla a cabo y necesitas que pensemos juntes: ¡Contactame!

Feliz estoy de recibir los comentarios que quieran hacerme de éste posteo. Gracias por leerme.

¡Hasta la próxima!


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